Durante la tercera semana de la primera experiencia de aprendizaje dinamizada y en línea del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP), ‘Fundamentos para la igualdad entre mujeres y hombres’ hemos profundizado en el concepto de ‘transversalidad de género’ o ‘mainstreaming’, entendido como un principio que conlleva aplicar la perspectiva de género en las fases de planificación, ejecución y evaluación de todas las políticas llevadas a cabo por las Administraciones públicas con la finalidad de eliminar las desigualdades entre mujeres y hombres.
Como tarea de la semana, las y los participantes han tenido que volver a ponerse sus ‘gafas violetas’ para aplicar la transversalidad de género a las Administraciones y Políticas Públicas con el fin de realizar propuestas que fomenten la igualdad de trato y de oportunidades entre mujeres y hombres en la sociedad.
Como no podía ser de otra forma, teniendo en cuenta el variado perfil de las y los participantes en esta experiencia de aprendizaje, las propuestas han sido tan diversas como interesantes.
El sector de la educación ha estado presente en muchas de las reflexiones y, además, desde perspectivas muy variadas. Así, por ejemplo, ha habido quien, desde las Consejerías de Educación se ha planteado la posibilidad de animar a las mujeres a que ocupen los puestos directivos de los centros docentes, o quienes, desde los propios centros educativos proponen impulsar el uso igualitario de espacios y materiales de los niños y niñas, fomentar las actividades neutras, cooperativas y compartidas, seleccionar materiales escolares no sexistas, mantener una visión no sexista de las capacidades y habilidades del alumnado o, por ejemplo, fomentar la incorporación de las mujeres en programas formativos (por ejemplo, del sector marítimo-pesquero). Una propuesta interesante, que puede establecer un interesante debate, es la que plantea la posibilidad de establecer cuotas para dar más presencia a los hombres y evitar el sesgo femenino de la labor educativa, especialmente en niveles como la educación infantil.
También hay propuestas interesantes en el mundo de la ciencia: establecer medidas de conciliación y corresponsabilidad que faciliten que las mujeres puedan acceder a un puesto estable en los organismos de investigación, fomentar la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los órganos científicos consultivos y de decisión. Y en cuanto al reto demográfico y el medio ambiente: crear nuevos modelos de economía en los que las mujeres del mundo rural cobren protagonismo como empresarias, o evitar los sesgos de género en la concesión de ayudas públicas a la transición justa, en el caso de las comarcas mineras.
En el mundo del deporte se ha planteado la necesidad de visibilizar de manera adecuada a las mujeres implicadas en el ámbito de la actividad física, convocar subvenciones para potenciar el deporte femenino de equipo. En cuanto a la cultura, se ha planteado, entre otras muchas cosas, dar prioridad a proyectos de mujeres y a los compartidos en equipos mixtos donde las profesionales y artistas no sean relegadas a lugares secundarios, o la necesidad de implantar audiciones a ciegas de cara a acceder a las orquestas de música clásica.
Ha habido también propuestas relacionadas con el urbanismo (diseñar instalaciones polivalentes en espacios públicos que aseguren la presencia equitativa de mujeres y hombres, o asegurar la participación de mujeres en la toma de decisiones urbanas) y, enlazando con él, en todos los aspectos referidos al tráfico y las licencias de conducción, desde la promoción del transporte público (con campañas que promuevan la presencia de mujeres, por ejemplo, como conductoras de taxis), la financiación de cursos para obtener determinados permisos que permitan la conducción de líneas regulares de autobuses, o la presencia equilibrada de mujeres y hombres en los exámenes de tráfico.
Mención especial merecen todas las reflexiones y propuestas relacionadas con la aplicación de la transversalidad de género en el ámbito de las instituciones penitenciarias (procurar que la oferta formativa y la encaminada a la integración laboral que se proporciona a las mujeres presas no incurran en la repetición de estereotipos de género) y en el de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (Potenciar la presencia de la mujer en los cargos directivos, así como en los representativos tanto en asociaciones, sindicatos y asambleas; poner en valor aspectos como la capacidad de trabajo en equipo, la empatía, el reconocimiento hacia los demás como valores esenciales para ejercer el liderazgo y el mando; tomar medidas en los procesos de selección para conseguir una plantilla más igualitaria; o prestar especial atención al lenguaje no sexista).
Otros ámbitos más puntuales, pero no por ello menos interesantes, han sido el de la política económica (en el que se propone, por ejemplo, facilitar la financiación por parte de las Administraciones públicas, estableciendo cuotas mínimas de asignación de créditos a empresas femeninas), en la función pública (introducción de méritos con perspectiva de género en todos los procedimientos de provisión de puestos de trabajo o introducir un mérito en determinados procesos selectivos para dar preferencia a la mujer en casos de empate de puntuación entre varios aspirantes), en la estadística oficial (además de incluir la variable sexo en las estadísticas, enviar resultados que fueran relevantes en este ámbito a las empresas colaboradoras) o, incluso, en las Cortes Generales (aplicar medidas más rígidas en la confección de las listas para las elecciones generales).
Para seguir hablando de temas tan repetidos en las propuestas como la contratación, la conciliación o la corresponsabilidad, y contestar las cuestiones de las y los asistentes, durante la tarde de ayer tuvo lugar una interesante sesión en directo ‘Igualdad en la Administración General del Estado’, a cargo de Héctor Casado López (Subdirector General de Relaciones Laborales en la Dirección General de Función Pública) a la que puedes acceder a través de este enlace.
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